Cuadrando el círculo

Desde tiempos ancestrales, los hijos han sido vistos como fuente de alegría, perpetuación y prosperidad para la sociedad.
Actualmente esta percepción se ha visto profundamente alterada y empiezan a ser percibidos como un fardo que dificulta la consecución del enajenante paradigma de existencia que anhelamos.
Es llamativo que nunca se ha dispuesto en la historia de una renta per cápita tan elevada y que, paralelamente a este incremento de renta, se ha incrementado el número de personas que deciden no tener descendencia.
Muchas personas vemos en los hijos un problema para nuestro “desarrollo personal”, un obstáculo para nuestras planificaciones veraniegas, salidas, compromisos, para eso que llamamos “vivir la vida intensamente” o “prosperar”, qué decir del sacrificio que implica en tiempo, esfuerzo y dinero, el proceso de su educación…
Eso supondría tener que privarme de un montón de cosas que considero vitales para alcanzar el arquetipo de consumidor de emociones y cosas que me han enseñado a ser. En algunas ocasiones puede llegar a darse el paradójico caso de personas que dicen no estar preparadas para encargarse de un hijo pero, sí para hacerse cargo de una multinacional de la que pueden depender miles de familias con sus correspondientes hijos. Y esto, como poco, me parece curioso.
Me llama mucho la atención el hecho de que los lugares en los que el “veneno” del “estado del bienestar” no ha entrado en el torrente sanguíneo, los índices de natalidad son más elevados. Aquí decimos que es por ignorancia…
Los hijos, por otro lado, son una auténtica escuela de generosidad, de cuidado, son uno de los más completos aprendizajes que nos brinda la vida para madurar como personas, pero no es eso en lo que estamos. Más tengo, más quiero. Y en todos los ámbitos (económico, afectivo, social,..todos) aún a riesgo de reducir mi mundo a una sucesión de pulsiones.
Y para no desmerecer a esa innata capacidad para vivir en una paradoja que nos caracteriza, allá por el 2050 se espera que en Europa, por cada diez personas en edad de trabajar, habrá nueve inactivas…. Con lo cual nuestro “sólido estado del bienestar” se volverá gaseoso..
Ni el excedente de mano de obra de otros lugares, ni el progreso tecnológico, ni la productividad laboral, ni el retraso en la edad de jubilación serán suficientes para revertir el declive según el Banco Mundial.
No soy un defensor de la familia, de hecho pertenezco al grupo de los que ni tienen ni van a tener descendencia pero, al margen de esta apreciación, el problema está ahí y, o cuadramos el círculo (cosa, digamos, imposible) o cambiamos el sistema. Esta última opción si es posible y siendo la realidad tan tozuda como es, creo que por mucho que nos neguemos nos esperan cambios importantes e imprevisibles, es decir, como la vida misma. Que por cierto, qué poco nos gustan… y por extensión, ¿será que no queremos aceptar la vida? Y con esto me refiero a la vida tal y como es, no al mátrix este que nos tiene encandilados.
Dédalo

4 comentarios:

  1. "Virgencita,virgencita que me quede como estoy.. Salvese quien pueda.." Este paradigma general es al que sucumbimos para no salir del estado de letargo que anega a sus anchas y que deviene de un estado de miedo generado por un sistema mental que nos mantiene temerosos en un estado inerte, sin vida.
    ¿Es esto matrix?.....
    Pasar al otro lado requiere de una firme decisión tomada tras hacerse consciente de este estado del que queremos salir porque nos estamos ahogando..

    Una changemaker

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  2. Me gusta tu artículo porque propicia la reflexión, creo que en la lógica del sistema, en muchos casos, todos somos cómplices de una manera de hacer las cosas. ¡El dinero se ha convertido en nuestro dios!

    La lógica del sistema es la mascara de nuestros miedos, meras proyecciones de nuestros egos, que encubren nuestros viejos miedos y nuestras ambiciones, el deseo de ser más y el miedo al rechazo y por ende, paradójicamente, causa de nuestras frustraciones. En estas condiciones hay que tener valor o estar asfixiado para empezar a cuestionar que hay detrás de todo esto.

    Los indicadores clásicos del bienestar son inaceptables, en las sociedades “desarrolladas” habría que inventar nuevos indicadores capaces de medir el bienestar, que valoren el impacto no solo de las actividades económicas sino también la calidad de vida en todas sus vertientes. ¿A qué le estamos llamando bienestar?

    Busco en el diccionario sinónimos de “bien” y pone: conveniente, adecuado, apropiado, perfecto, conforme, ajustado, bueno. ¿Para quien? ¿Para qué? ¿Por qué?

    Sigo tus escritos con mucho interés, son un balón de oxigeno.¡Gracias!

    Elphaba

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  3. sonará algún día el despertador para sacarnos de este sueño? Todo este mundo que vemos, criticamos, imploramos que cambie pero sin cambiar nada ¿es real? ¿a quién le interesa que nos ahogemos sin darnos cuenta? Tengo la necesidad de decir con decisión: para este trasto que me bajo. Se acabaron las criticas, malas intenciones, interpretaciones, especulaciones, contradicciones..........mea culpas, cesara el murmullo de palabreo, de listezas, de yo soy más, de para mí todo.
    Quizá todo sea un sueño y
    "en este mundo en conclusión todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entienda"

    Una dormilona

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  4. Yo creo que lo queremos todo. Queremos tener independencia, queremos tener una pareja, queremos tener hijos, queremos tener una vida profesional, queremos tener espacios para nosotro/as... Y la sensación que tenemos es que unas cosas nos quitan las otras. ¿Cómo desenmascarar a esa parte de nosotros que lo quiere todo y que al mismo tiempo nos dice que si tengo un hijo voy a tener menos tiempo para mi?

    Por otro lado, me ha gustado la reflexión que hace Elphaba acerca del bienestar. A qué le estamos llamando bienestar? qué está provocando este llamado estado del bienestar en el que las personas cada vez estamos más tristes, más apagadas, más hurañas?

    Archie

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